VIAJES
Cuando los famas salen de viaje, sus costumbres al pernoctar
son las siguientes: Un fama va al hotel y
averigua cautelosamente
los precios, la calidad de las sábanas y el
color de las alfombras. El segundo se traslada a la comisaría
y labra un acta
declarando los muebles e inmuebles de los tres,
así como el
inventario del contenido de sus valijas. El
tercer fama va al
hospital y copia las listas de los médicos de
guardia y sus
especialidades.
Terminadas
estas diligencias, los viajeros se reúnen en la plaza mayor de la ciudad, se
comunican sus observaciones, y entran en el café a beber un aperitivo. Pero
antes se toman de las manos y danzan en ronda. Esta danza recibe el nombre de
"Alegría de los famas".
Cuando
los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han
marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran
precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que
estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros:
"La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad". Y sueñan toda la noche
que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día
se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios.
Las
esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y son
como las estatuas que hay que ir a verlas porque ellas ni se molestan.
Julio Cortázar
En Historias de cronopios y de
famas
SUS HISTORIAS NATURALES
Flor y cronopio
Un cronopio
encuentra una flor solitaria en medio de los campos. Primero la va a arrancar,
pero piensa que es una crueldad inútil y se pone de rodillas a su lado y juega
alegremente con la flor, a saber: le acaricia los pétalos, la sopla para que
baile, zumba como una abeja, huele su perfume, y finalmente se acuesta debajo
de la flor y se duerme envuelto en una gran paz.
La flor piensa: «Es como una flor».
Fama y eucalipto
Un fama anda
por el bosque y aunque no necesita leña mira codiciosamente los árboles. Los
árboles tienen un miedo terrible porque conocen las costumbres de los famas y
temen lo peor. En medio de todos está un eucalipto hermoso, y el fama al verlo
da un grito de alegría y baila tregua y baila catala en torno del perturbado
eucalipto, diciendo así:
-Hojas antisépticas, invierno con
salud, gran higiene.
Saca un hacha y golpea al eucalipto
en el estómago, sin importársele nada. El eucalipto gime, herido de muerte, y
los otros árboles oyen que dice entre suspiros:
-Pensar que este imbécil no tenía
más que comprarse unas pastillas Valda.
Julio Cortázar
En Historias de cronopios y de
famas
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